La facturación generada por cada crucerista en Barcelona crece un 20% en Barcelona en dos años.
Reportaje perteneciente a la revista CruisesNews
Un nuevo estudio sobre el impacto económico de los cruceros constata un creciente beneficio local gracias al aumento cualitativo del Port de Barcelona catalán como puerto base y al mayor gasto que realizan los pasajeros frente al turista convencional. El 73% del beneficio se concentra en la capital, pero el resto se distribuye en todo el territorio catalán.
Cualquier naviera sabe que incluir el destino Barcelona en sus rutas garantiza un plus. Resulta muy atractivo como escala europea, y funciona como reclamo cuando ejerce de puerto base, gracias a sus crecientes conexiones aéreas internacionales y a la buena imagen que la ciudad ha sabido proyectar al mundo desde los JJOO del 92. Y cualquier crucerista conoce también que es una de las ciudades mejor preparadas del mundo para recibir, con sus actuales ocho terminales, incluso a los mayores buques del momento con toda comodidad y tecnología. Pero otra cosa es lo que piensen algunos barceloneses y políticos locales –no son usuarios de esta fórmula vacacional-, que en los últimos años han percibido la idea de saturación de la mano de los más de 2,6 millones de movimientos de cruceristas anuales. Para combatir ese rechazo, el sector se esfuerza desde el 2015 en dar visibilidad a los beneficios que reporta a la ciudad. Un nuevo informe (con datos del 2016) presentado en enero por CLIA España y ejecutado por la Universitat de Barcelona catapulta esta tesis favorable con datos: en solo dos años la facturación generada por cada crucerista en Cataluña ha crecido un 20%. Cada barco que recala deja 1,4 millones de euros en el territorio.
A Barcelona llegan 2,1M de cruceristas y por cada crucerista que visita la ciudad se genera una facturación directa de 296 €.
Los balances no son fáciles de interpretar porque se da la circunstancia de que el volumen de pasajeros de crucero en Barcelona está prácticamente estabilizado desde el 2011 en torno a la mencionada cifra. Incorpora un incremento medio anual del 0,8% en cruceristas (son 2,1 millones al eliminar el doble recuento de los viajeros que inician y acaban ruta en el mismo puerto) y un 0,2% de auge en movimientos totales de cruceristas. Sin embargo, cabe recordar que el 2014 fue el año más flojo para el sector (2,36), debido a los ajustes de la oferta en el Mediterráneo durante la crisis. Al margen de los volúmenes globales, un dato revoluciona los resultados económicos: el aumento de un 28% de los movimientos de pasajeros de puerto base en tan solo dos años.
La actividad de cruceros del Port de Barcelona ha generado en el año 2016 una facturación total en Cataluña de 1.083 M€, equivalente a 518 € por cada crucerista.
Mientras que en el 2016 se recuperaron los niveles de cruceristas (2,68 millones que revalidaron a Barcelona como primer puerto europeo y cuarto del mundo en el sector), el incremento general fue del 14%. El pasaje en tránsito cayó un 1% y el resto tiró del carro. El crucerista de puerto base ha sido la apuesta estratégica del puerto catalán en los últimos años, ya que al realizar una mayor estancia en Barcelona su impacto económico es mayor. También su presencia es menos intensiva que en el caso de las escalas, cuando al permanecer una media de cuatro horas de visita (según el informe) suele concentrarse su presencia en el distrito central de Ciutat Vella, ya masificado de por sí.
El estudio realizado por el Laboratorio de Transferencia de Conocimiento AQR-Lab de la Universitat de Barcelona, con apoyo del Port de Barcelona, trata de arrojar luz en todos los aspectos que convierten a la industria del crucero en un motor económico. El director de CLIA España, Alfredo Serrano, destaca la importancia de que los resultados económicos mejoren notablemente sin estar acompañados de un incremento paralelo de volúmenes de viajeros. Mejora pues la calidad de ese usuario del puerto barcelonés, donde cada crucerista tiene una repercusión total de 518 euros frente a los 433 de hace solo dos años.
Gastos directos e indirectos
La cifra incluye el impacto directo (el gasto de los viajeros, de la tripulación y de la naviera, en la ciudad), el indirecto (el gasto generado a través de la demanda de servicios y bienes a empresas beneficiadas con la actividad), y el inducido (derivados del consiguiente gasto en consumo que hacen los empleados de estos otros sectores de manera directa e indirecta). Para computar semejante volumen de actividad, se han tenido en cuenta datos aportados por el propio puerto, por el ayuntamiento, las navieras, Idescat, Aduanas y otros.
Disminuye el peso de tránsito y se fortalece el papel del Port de Barcelona como puerto base. Este último genera mayor impacto sobre la economía.
El impacto económico total estimado alcanzó en el 2016 los 1.083 millones de euros, de los que 619 fueron de gasto directo, y 464 de indirecto e inducido. El primer capítulo se nutrió de 465 millones inyectados por los cruceristas, 147 por las navieras y 6 por las tripulación. En el saldo final cabe destacar que figuran 206 millones de impuestos estatales y autonómicos, y 1,6 generados por la tasa turística que se impone a todos los cruceristas que recalan en Barcelona. Esta última (instigada por el ayuntamiento) pretende paliar las externalidades o efectos secundarios del auge del turismo, que hasta mitad del 2017 era visto con ojos críticos por el consistorio que dirige Ada Colau. Desde el pasado verano, la actitud municipal ha virado moderadamente, ya que el atentado de la Rambla (en menor medida) y la crisis política por el proceso de independencia catalán han mermado las cifras de visitantes y empezado a preocupar a las Administraciones.
Pero el partido de la alcaldesa (Barcelona en Comú) ha sido siempre especialmente incisivo con el sector crucerístico, aunque este ‘solo’ insufle 2,1 millones de viajeros (un 19% nacionales, lo que incluye a los propios catalanes) al total de 30 millones anuales de turistas que se alojan o son excursionistas de un día en Barcelona. Por eso, este estudio se realiza desde el 2015, cuando Colau alcanzó la alcaldía y puso en el punto de mira –crítrica- a los cruceros, pese a que ese año fue el más bajo de la década en volumen de cruceristas. El sector está tratando de contestar con datos a esas acusaciones más o menos explícitas, que se centran tanto en un supuesto exceso de pasajeros como en un problema medioambiental. En este sentido, un estudio de Barcelona Regional del 2017 atribuyó a los cruceros un 1,2% de la contaminación de la ciudad, por debajo de la que generan los ferries o los cargueros, y a años luz del tráfico en las calles de la ciudad (59%). El puerto trabaja para reducir el impacto ambiental de los cruceros incentivando la llegada de futuras naves alimentadas por gas licuado.
La mayor calidad de ese viajero que inicia o acaba ruta en BCN se traduce en una repercusión media de 518€ por pasajero.
En el frente económico, el informe pone énfasis en que cada crucerista que visita la ciudad genera una facturación directa de 296 euros (un total de 465 millones) entre excursiones, hoteles, apartamentos, restaurantes, comercio, transporte y actividad cultural). Su gasto es proporcional al uso que hace de la ciudad.
Uno de cada cuatro no visitan BCN
Este apartado es especialmente relevante porque constata que un 4% de viajeros permanece en el barco durante la escala (porque ya conoce el destino o no le apetece apearse) y un 21% embarca o desembarca sin visita. Es decir, que uno de cada cuatro no pisan la ciudad, lo que aligera notablemente las supuestas cifras de saturación que alega el ayuntamiento.
Incluso ese 21% deja ir unos 25 euros de media (en transportes). Mientras que el 48% que visita la ciudad sin pernoctar y pasan 4,3 horas desembolsan 57 euros (gasto directo), y el 27% que se aloja una media de 2,8 noches deja 230 euros. De esta radiografía surge una primera comparativa relevante, y es que a pesar de suponer solo un 8% de los turistas vacacionales, los cruceristas que pernoctan “concentran el 20%” del gasto total de ese segmento vacacional, destaca Serrano.
Cada crucero que hace escala genera en Barcelona: 1,0 M€ facturación – 0,5 M€ de PIB – 9 puestos de trabajo.
Así, mientras que un turista medio gasta al día 50 euros en alojarse y 68 euros en gastos generales (sin transporte, alojamiento y paquetes turísticos), y se aloja en hoteles medios de 3,5 estrellas, un crucerista que pernocta en la ciudad invierte 110 y 105 respectivamente, y duerme en hoteles de 3,9 estrellas. No pocos lo hacen en establecimientos de lujo.
La repercusión económica crece sin ganar pasajeros gracias al crecimiento del 28% como puerto base desde el 2014.
En este ámbito merece la pena mencionar que tras el español, el pasajero estadounidense es el segundo mayor usuario de cruceros en la ciudad (18%). En cambio, en el conjunto del turismo vacional supone solo un 8%. Y se trata además del turista más rentable, ya que su gasto alcanza los 187 euros diarios, frente a los 138 del viajero medio de todas las nacionalidades. Perfilando el peso del crucerista que se aloja en Barcelona al inicio o final de su travesía, este supone 1,2 millones de pernoctaciones hoteleras al año, de entre las 5,1 millones anuales que suman los viajeros vacacionales. O sea, casi una de cada cuatro.
El gasto del crucerista en la ciudad afecta directamente a los distritos más céntricos y visitados (Eixample y Ciutat Vella, 30 y 27% respectivamente), pero también deja un 43% en el resto de la metrópolis, en especial en los barrios con algún icono turístico. Uno de los objetivos municipales es precisamente la descentralización del turismo.
Siguiendo con el apartado del gasto directo, el que despachan las navieras se traduce en suministros de alimentos, combustibles, servicios portuarios, movimiento de tripulación y asistencia médica, agencias de tours, consignatarios… La tripulación repercute en consumo en restaurantes y bares, comercio y transportes.
Efecto multiplicador: 1,75. Por cada 100 € de gasto directo se genera un gasto adicional de 75€.
El estudio que ha liderado el catedrático en Economía Aplicada Jordi Suriñach pone de relieve también que por cada 100 euros de gasto directo se genera un gasto adicional de 75 euros. En conjunto, la facturación global generada en Catalunya ha supuesto un 36% más que en el 2014. Ese alto incremento obedece tanto a la mayor proporción de usuarios de puerto base, como al aumento individual de su consumo (estén en escala o en turnaround), al incremento de pernoctaciones y al aumento de gasto de las navieras en suministros, entre otros aspectos. En el caso concreto de los cruceristas, la facturación directa generada por cada uno de ellos creció un 23%, frente al 16% de la directa e indirecta, dejando un saldo total de 518 euros por persona que suponen un aumento medio del 20%.
Cada crucero que hace escala genera en toda Cataluña: 1,4 M€ facturación – 0,7 M€ de PIB – 12 puestos de trabajo.
Llevando la lupa a los puestos de trabajo, los sectores directamente relacionados con la actividad (operadores turísticos, servicios de alojamiento y comidas, de transportes…) copan 494 millones de facturación (46%) del total, con un volumen de 5.555 empleos (61%). En los sectores no implicados directamente (industria alimentaria, energética, metalúrgica, de gestión de residuos…), la facturación asciende a 589 millones (54% del total), y los puestos de trabajo a 3.501. Por cada 100 euros de facturación generada en sectores turísticos se impulsan otros 119 en el resto de sectores industriales y de servicios, concluye el informe. Y por cada 10 puestos de trabajo en los primeros, otros 6 en el resto.
Repercusión en salarios y empleos
Entre los sectores más beneficiados figuran la industria de alimentos y bebidas (69millones) y el sector energético (64).
En la economía catalana, los cruceros aportan 562 millones de euros al PIB y 274 millones de rentas salariales, mientras que fijando el foco en Barcelona, hablamos de 411 millones de PIB y 205 de salarios. Analizando el peso de las escalas, el examen analiza las 758 del 2016 y concluye que cada una de ellas implica 1,4 millones de euros de facturación en Cataluña (1 en Barcelona), 0,7 millones de PIB, 12 puestos de trabajo y 0,3 millones de rentas fiscales.
Rentas fiscales generadas: 206 M€ en impuestos estatales y autonómicos y 1,6 M€ en concepto de recaudación de tasa turística.
Dispuesto a ilustrar qué supone la generación de empleo relacionada con este sector, Suriñach ha destacado que de no haberse producido los 6.809 puestos de trabajo vinculados en el 2016, el paro en la ciudad habría sido del 12,5% en lugar del 11,5%. Muchos argumentos de peso, que ahora el sector quiere difundir al máximo.
Canal Escala Barcelona
Visto el enorme negocio relacionado con los cruceros y su implicación en los saldos económicos de la ciudad, los distintos agentes implicados han tenido claro que es más necesario que nunca dar visibilidad y transparencia al sector. CLIA ha presentado con ese fin el nuevo canal-magazine Escala Barcelona, que pretende ser la voz de la industria, empresas y agentes económicos sobre el turismo de cruceros, pero sin perder de vista la participación ciudadana.
Uno de cada cuatro cruceristas no visitan la ciudad: un 4% se queda en el barco y un 21% va directo a embarcar o desembarcar.
En esta nueva aventura digital participan empresas y asociaciones que quieren aumentar “el reconocimiento del sector para que sea apreciado como se merece” -destacaron en su presentación- y los propios barceloneses que den a conocer su experiencia personal o profesional con el mundo de los cruceros en Barcelona, como protagonistas.
Sus instigadores esperan que el canal destaque la aportación positiva del sector en la capital catalana, sea a través de vídeos, historias personales o contenidos divulgativos. Pero también aspiran a facilitar un canal de comunicación a empresas, operadores y ciudadanos que hasta ahora difícilmente podían elevar su voz. En este formato tendrán cabida también datos de la industria de alcance local, información medioambiental, laboral, social… y mucha otra información que pretender acercar esta fórmula de viajes vacacionales a los ciudadanos, “huyendo de tópicos” e informaciones deformadas.
El peso del crucerista también es determinante en la actividad hotelera de Barcelona, donde suma 1,2 millones de pernoctaciones anuales.
Por el momento, el canal se articulará en secciones como En cubierta (vinculados al negocio), Rumbo a la sostenibilidad, Haciendo escala (sus horizontes locales, como puedan ser las visitas a comarcas fuera de Barcelona), Personas (por ejemplo, el personal implicado en toda la asistencia en tierra…). Cualquier interesado en ampliar información o participar puede dirigirse a info@escalabarcelona.com.
BARCELONA CONCENTRARÁ TODA LA LLEGADA DE CRUCEROS EN EL MUELLE ADOSADO
Las fricciones entre el Port de Barcelona y el ayuntamiento de Ada Colau han sido evidentes desde la entrada en escena de la nueva alcaldesa, en el 2015, y su declaración de principios de poner coto al crecimiento del sector. Pero después de unos meses de negociaciones e intentos de acercamiento, parece que las posturas empiezan a aliviarse, abriendo la puerta a proyectos importantes para la ciudad condal. Ambas partes alcanzaron el pasado enero pactos que calificaron como “históricos” de cara a la ordenación de los espacios portuarios. En esencia, supondrán la concentración de terminales de cruceros y parte de la actividad de ferris en el muelle Adossat y la consiguiente liberación de espacios portuarios a los que se quiere dotar de más uso ciudadano.
De cara a la ciudadanía, más visible aún será para los barceloneses la reurbanización del Moll de la Fusta y el paseo de Colón, situados frente al mar, así como la futura Nova Bocana, junto al Hotel W, que incorporará más usos docentes, según explicaron en tono conciliador la alcaldesa y el presidente del puerto, Sixte Cambra.
Para el sector crucerístico los convenios marcan un punto y aparte en el desarrollo de la actividad. La relación entre el consistorio y el puerto había estado marcada por la evidente falta de apoyo municipal a cualquier indicio de crecimiento mejora. Primero el ayuntamiento defendió frenar el volumen de viajeros (2,6 millones anuales) y exigió reducir la contaminación generada por el sector. Los nuevos compromisos adquiridos incluyen desarrollar nuevos estudios y controlar al máximo las emisiones de residuos contaminantes, con la vista puesta en energías limpias.
La nueva terminal
La gota que colmó las malas relaciones institucionales fue el reciente anuncio hace unos meses de una futura terminal en el Adosado, que explotaría MSC Cruceros y que el consistorio rechazaba inicialmente, pese a que potenciaría la actividad de Barcelona como puerto base (con inicio y final de ruta en la ciudad), en detrimento de las meras escalas (menos rentables y sostenibles) de unas horas. Una terminal que con los nuevos planes parece más viable, ya que el enorme muelle tiene previsto crecer con dos terminales de última generación, tras su ampliación.
Colau destacó que “puerto y ciudad se han de entender”, porque este espacio representa 2.000 hectáreas, un 20% de la ciudad, y forma parte importante de su economía. Y el presidente de la APB, Sixte Cambra, ha enfatizado que la actividad de los cruceros y los beneficios que reportan no son un negocio para el puerto, sino para toda Barcelona, por su impacto económico y por su liderazgo en Europa.
Proyecto de reordenación de las terminales de cruceros:
Redimensionar usos
Yendo al detalle, el objetivo de reducir tráfico marítimo en los muelles más próximos a la ciudad se ha traducido en acuerdo que implica eliminar las terminales de cruceros de los muelles de Barcelona (cuando acabe la concesión de las alineaciones norte y este, en el 2026) y de España (terminales Maremàgnum y Drassanes, hacia el 2022-23, tan pronto acabe la ampliación del Adosado). La terminal Sud del muelle de Barcelona desaparecerá cuando se libere el espacio que ocupa una terminal de mercancías del Adosado.
La mudanza, que libera espacio para uso y disfrute ciudadano y acaba con las vallas que separan la zona de ferris, afecta sobre todo a la operativa de barcos de lujo de tamaño pequeño y alguno mediano, que son los que utilizaban estas entradas junto al edificio del World Trade Center para atracar en Barcelona, y también a los ferris de Baleària. Desde toda esta zona cualquier pasajero podía acceder a pie con facilidad al centro de la ciudad. Por el contrario, desde el Adosado lo más habitual es tomar un taxi, bus o transfer.
La planificación del Adosado
La nueva planificación pone límite definitivo al número de terminales en Adosado, el amplísimo muelle al que se accede por el Puente de Europa, donde, donde podrá haber un máximo de 7 terminales cuando se completen las fases tercera y cuarta de prolongación del muelle. En dicho muelle ahora existen cuatro para grandes barcos y una quinta en construcción (la E), a cargo esta del grupo Carnival.
Llama la atención que esta cifra de terminales es considerada como una reducción y freno por el ayuntamiento. La teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, considera que de esa manera se pone “techo al crecimiento” de cruceristas. No obstante, en la práctica habrá menos terminales pero con mucha más capacidad para grandes barcos y viajeros. Y es que de las tres que desaparecerán una apenas tenía actividad y las otras dos eran mucho menores que las nuevas que se levanten en el Adosado. El puerto mantiene pues posibilidad de ganar pasajeros, aunque su objetivo no es crecer sino ser más “sostenible, desestacionalizar la oferta y potenciarse como puerto base”, enfatizó Cambra. De hecho, en el 2017 ha crecido un 1% en cruceristas, a costa de aumentar sus usuarios un 13% en temporada baja, y caer un 2% en la alta, redistribuyendo los flujos de turistas.
A pesar de suponer solamente el 8% de los turistas vacacionales, los cruceristas que pernoctan en la ciudad concentran el 20% del gasto total realizado por los turistas vacacionales en Barcelona.
En cuanto al compromiso de reducir las llamadas “externalidades medioambientales”, el puerto se ha propuesto impulsar más controles y protocolos sobre las emisiones de los barcos y encargar estudios específicos de impacto a largo plazo. Su reto es poder albergar los grandes cruceros ya encargados por las principales navieras propulsados por gas licuado, lo cual supone una estación propia de este combustible.
Para el ayuntamiento también es clave evaluar la movilidad con origen o destino al Adosado para poder tomar medidas que eviten la congestión viaria en las Drassanes. El ayuntamiento quiere reducir la sensación de saturación de paseantes de la Rambla poniendo el foco en los cruceristas. Según la estadística más reciente, en la actualidad, la Rambla acoge entre 200.000 y 300.000 paseantes diarios. La media diaria de cruceristas en la ciudad es de unas 7.100 personas, pero gran parte toman excursiones en autocar o taxi hacia zonas turísticas.
Inversión de 140 millones de euros
Según explicó Sixte Cambra, los planes de ampliación del muelle Adosado, ya previstos antes de que se decidiese unificar la actividad crucerística en esa zona, contarán con presupuestos millonarios. De nuevo se apostará por la financiación mixta: El desembolso público será de 94 millones de euros (40 ya en marcha), mientras que los operadores privados que opten por trasladar allí su operativa o gestionen finalmente las terminales desembolsarán unos 47 millones de euros.
El consejo de administración del Puerto de Barcelona aprobó la licitación de la tercera fase de ampliación el pasado octubre. El ayuntamiento está representado con un miembro (de 15) pero se ha convertido en un interlocutor de peso tras reivindicar la necesidad de que el futuro del litoral, en pleno desarrollo tras 25 años desde que Barcelona se volcó en abrirse al mar, pase necesariamente por el interés ciudadano.
El presidente Cambra destacó la “satisfacción” de las dos partes porque los acuerdos “son compatibles” con el liderazgo de Barcelona en cruceros, cuyas cifras se mantienen estables desde hace una década. De hecho, baja el volumen de escalas pero no de pasajeros, porque la tendencia es albergar menos barcos, pero de nueva generación y mayor tamaño.