La columna de CLIA España
Por Alfredo Serrano
Director General CLIA España
Artículo perteneciente a la revista CruisesNews nº65 – Junio 2023
Gestión, gestión y más gestión
La llegada de la Semana Santa ha dado por inaugurada la temporada turística en España. En las últimas semanas, hemos asistido a una proliferación de noticias que ponen de manifiesto como la tan deseada recuperación total es ya casi una realidad para fortuna de miles de familias que vieron como su modo de vida quedaba completamente paralizado por la pandemia. Y es que, no debemos olvidar que el turismo supone más del 12% del producto interior bruto en España.
El sector de los cruceros no escapa a esta tendencia y miramos al futuro con cierto optimismo: este año podríamos igualar e incluso superar ligeramente el volumen de turistas de crucero alcanzado en 2019, cuando casi 30 millones de personas se decantaron por esta opción vacacional a nivel mundial. Una cifra rotunda pero que, para dimensionar nuestra magnitud, debemos confrontar con los más de 1.400 millones de turistas internacionales registrados en 2019.
La mencionada recuperación y, no nos engañemos, en el caso de nuestro país, la proximidad de las elecciones municipales han vuelto a poner sobre la mesa las demandas de algunos sectores que claman la necesidad de regular (e incluso limitar) el turismo, y el turismo de cruceros, especialmente en algunos de los destinos más populares.
La posibilidad de viajar, de disfrutar de unos días de asueto, está estrechamente vinculada a una conquista social: las vacaciones pagadas. Viajar enriquece -en el sentido más amplio de la palabra- a visitantes y visitados: nos aproxima a otras realidades, fomenta la tolerancia y el respeto hacia lo diferente y, por supuesto, dinamiza economías y genera riqueza. Es una relación de win-win en la que se deben maximizar las múltiples externalidades positivas y minimizar aquellas negativas que pudiera haber.
Y para ello, es fundamental la gestión; una gestión que exige una estrecha colaboración entre entidades público-privadas, y en la que unos y otros estén dispuestos a trabajar en favor de un bien común, que no debería ser otro que encontrar el punto de equilibrio entre el bienestar de los residentes y la experiencia de los visitantes.
Apostar por la gestión implica alejarse de ideas preconcebidas, de posicionamientos ideológicos y de creencias sustentadas en fuentes poco sólidas; de demonizar a determinados segmentos. Al mismo tiempo, supone tomar decisiones basadas en datos rigurosos; estar dispuesto a involucrar y escuchar a todos los elementos del ecosistema y a respaldar ideas propuestas por otros; a estar comprometido con buscar siempre la mejor opción posible, entendiendo que no existen fórmulas mágicas ni soluciones únicas.
Precisamente, por ello, es capital que la gestión esté unida a un exhaustivo análisis previo que permita conocer en profundidad todas las aristas del caso, incluyendo las particularidades de cada segmento: solo entonces será posible trazar una hoja de ruta que tenga en cuenta las diferentes realidades y necesidades. Parece algo de sentido común, pero, como bien es sabido, el sentido común es, muchas veces, el menos común de los sentidos.
En este viaje, y en un mundo tan digital como el actual, las nuevas tecnologías pueden convertirse en un excelente (que no único) compañero. Por ejemplo, existen aplicaciones que permiten conocer en tiempo real la afluencia que se registra en un espacio determinado. ¿Por qué no apoyarse en ellas para canalizar los flujos en aquellos destinos que gozan de un mayor éxito?
Nadie dijo que gestionar fuera fácil, pero se antoja la única via si queremos potenciar las innumerables ventajas que el turismo puede aportar a la sociedad y buscar soluciones a los retos. Por supuesto que las empresas privadas tienen que asumir su responsabilidad, pero el liderazgo debe recaer en las administraciones públicas y en sus dirigentes, impulsando innovadores planes a largo plazo, que den respuestas concretas a necesidades concretas.