La columna de CLIA España
Alfredo Serrano
Director General CLIA España
Artículo perteneciente a la revista CruisesNews nº61 – Junio 2022
Barcelona y el debate sereno
Tras muchos meses anhelándolo, parece que la tan ansiada vuelta a la normalidad en todos los ámbitos de nuestra vida y el consiguiente camino hacia la recuperación de la industria son una realidad cada día más tangible. Y es que, si bien todavía tenemos (y tendremos) importantes retos de diferente naturaleza sobre la mesa, la reactivación -salvo excepciones en algunas regiones- se está consolidando de forma paulatina.
Con esta, también vuelven aquellos temas que quedaron aparcados con la pandemia, cuando la agenda dio un giro de 180º y el escenario cambió de forma radical. Precisamente, uno de estos asuntos es el futuro de la industria en Barcelona.
Hace apenas unas semanas, a finales de mayo, su alcaldesa, Ada Colau, criticó la actividad en la Ciudad Condal y manifestó su intención de crear una mesa de trabajo involucrando a varias administraciones. Igualmente, y si no me falla la memoria, por primera vez -al menos públicamente-, Colau apuntó al tráfico rodado como la principal fuente contaminante y apeló a un diálogo sereno y basado en datos. Se trata de un cambio significativo en su discurso, un paso hacia la moderación, que celebraría sin titubeos si no fuera porque estas declaraciones vinieron inmediatamente acompañadas de otras -procedentes de su entorno- en las que se proponía un límite, sugiriéndose alegremente un número de barcos sin aportar estudio o dato que lo justifique. No acierto a entender cómo encaja esta propuesta improvisada con el debate sereno y basado en datos que dice pretender.
Desde entonces, las diferentes reacciones no se han hecho esperar y unos y otros se han posicionado a favor o en contra de este anuncio de Colau: el debate está servido y me aventuraría a afirmar que ocupará un papel relevante en la próxima campaña a las elecciones municipales.
No es nada nuevo asegurar que la industria está absolutamente comprometida con los destinos y que siempre está dispuesta a colaborar y trabajar mano a mano con ellos para abordar sus necesidades y retos, aportando alternativas a su medida: porque no existen dos destinos iguales, no existen dos soluciones iguales, a pesar de que el objetivo final pudiera ser muy semejante. Para que este proceso sea fructífero, es capital compartir una misma meta y establecer un diálogo -basado en la confianza- en el que los intereses de los diferentes actores sean considerados, apoyado en hechos y criterios objetivos: cuando el modo de vida de miles de personas está en juego, la rigurosidad debe ser una máxima, ganando la partida a argumentos de tinte ideológico.
En este sentido, y en el caso concreto de Cataluña, un estudio elaborado por la Universidad de Barcelona señala que la actividad de la industria de cruceros en el Puerto de Barcelona aportó más de 1.000 millones de euros a la comunidad autónoma y generó / contribuyó al mantenimiento de más de 9.000 puestos de trabajo (6.000 de ellos en Barcelona). Igualmente, apunta que un crucerista que comienza su viaje en la ciudad gasta una media de 230 euros, mientras que uno en tránsito, 57 euros.
Recomendaría encarecidamente hojear este estudio a las voces que acusan a la industria de no aportar valor. Y hablando de informes, otro muy interesante sería el elaborado por Barcelona Regional (organismo vinculado al Ayuntamiento) dedicado a analizar el modelo de contaminación en la ciudad. Tal y como se desprende del mismo, el sector de los cruceros es responsable de la generación del 1,2 % del NOx y 0,23 % de PM10.
Más allá de las navieras y del destino, otro actor clave en esta ecuación es la Autoridad Portuaria. Barcelona no solo cuenta con el primer puerto de cruceros de Europa, sino también un ejemplo de gestión y compromiso con un desarrollo sostenible. Así, y ya desde 2018, momento en el que firmó un acuerdo con el Ayuntamiento, está abordando de forma activa y poniendo en marcha iniciativas para reducir las externalidades producidas por la industria y entre las que se encuentran: la reducción del número de terminales y su traslado al Muelle Adosado; proyectos dirigidos a gestionar el flujo de pasajeros; la priorización del homeporting, etc.
Además, ha destinado una partida de 110 millones de euros a Nexigen, un proyecto encaminado a conseguir la descarbonización de la industria y mejor la calidad del aire. El objetivo final -la electrificación de los muelles de crucero para 2030- empasta con los pasos y las ambiciones que las navieras se han marcado: reducir en un 40% las emisiones para 2030 y perseguir llegar a emisiones netas cero en carbono para 2050.
Tras esta primera oleada de reacciones y la llegada de las vacaciones, es posible que el asunto se calme para volver, previsiblemente, con más fuerza en otoño y a medida que se acerque la cita con las urnas. Una vez más reitero el compromiso y la voluntad de la industria de cooperar y trabajar con los destinos, con Barcelona, siempre y cuando se dé una premisa: la apuesta por la rigurosidad; rigurosidad a la hora de analizar el contexto; rigurosidad a la hora de aportar datos; rigurosidad a la hora de plantear ideas.
Barcelona busca diseñar un modelo de desarrollo turístico que alivie las externalidades y permita la convivencia armoniosa entre residentes y visitantes; que continue generando riqueza y permita un crecimiento sostenible. Solo será posible si el acercamiento se realiza analizando la foto completa -y no solo una parte- y desde planteamientos objetivos, alejados de ideologías, y sin estigmatizar a sectores, con un diálogo sereno y basado en datos.