Destinado a convertirse en uno de los mayores transatlánticos del mundo, el «Global Dream» tendrá suerte si llega a zarpar después de que el astillero MV Werften, de propiedad asiática, se declarara en quiebra el mes pasado. La declaración de quiebra supuso la paralización de los trabajos de construcción del buque, que se habría convertido en uno de los primeros barcos capaces de albergar hasta 10.000 pasajeros y tripulación.
El destino del MV Werften se decidió a miles de kilómetros de distancia, en Asia, en las oficinas de Genting HK, propietario del astillero y operador de Dream Cruises. Especializada en turismo y casinos, la empresa se derrumbó por la interrupción de los viajes causada por la pandemia y la decisión de su matriz malaya, Genting, de abandonarla.Y sin suficientes garantías financieras, el Estado alemán, que había acordado apoyar al astillero, se retiró.
Desde entonces, el crucero de 342 metros de largo espera un salvador. El proyecto, con un coste estimado de 1.500 millones de euros, está terminado en un «75 por ciento», según la dirección del astillero. Pero necesita 600 millones de euros para seguir adelante. Mientras el barco espera, la incertidumbre se apodera de los 2.000 empleados de los muelles de MV Werften en Stralsund, Rostock y Wismar, al otro lado de la costa de Mecklemburgo-Pomerania Occidental.
Christoph Morgen fue nombrado administrador legal de la empresa con el objetivo de encontrar un comprador para el Global Dream. Aunque algunos inversores han manifestado su interés, dijo Morgen, es difícil conseguir una buena oferta por un barco tan grande, sobre todo mientras el coronavirus siga presente.
Los administradores están pendientes del 1 de marzo, fecha límite para encontrar una solución viable. Si no aparece ningún comprador, los astilleros tendrán que convertirse en centros de producción de energía eólica marina o de hidrógeno, símbolos de la transición energética del país, dijo el administrador Morgen.
