En solo 5 años Le Havre ha crecido un 63% en número de pasajeros de cruceros marítimos, hasta llegar a los 350.439 que se esperan este año. Su despegue tiene mucho que ver no solo con el crecimiento de la industria, sino también por sus grandes avances en infraestructuras, tanto portuarias como turísticas. Y sin olvidar que recibe otros 17.000 pasajeros en cruceros fluviales.
Reportaje perteneciente a la revista CruisesNews nº50 – Septiembre 2019
Su posición estratégica en el norte de Francia, enfrente de Southampton y en el centro del Canal de la Mancha, convierte a Le Havre en un puerto idóneo como escala o embarque para cruceros por el Mar del Norte, o que estén transitando desde o hacia la Península Ibérica. El crecimiento de las navieras alemanas y británicas en los últimos años, junto con el aumento de tráfico de cruceros en el norte de Europa, ha propiciado una mejora continua en las cifras de escalas y pasajeros.
La ciudad de Le Havre, con uno 172.000 habitantes, está situada en la orilla norte de la desembocadura del rio Sena, en la región de Normandía, y fue declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO en 2005. Esta situada a 3 h. de París y a 2 h. de las playas del desembarco de la Segunda Guerra Mundial, entre otros muchos atractivos turísticos.
El puerto
En 2019 prevé finalizar el año con 135 escalas de cruceros y 350.439 pasajeros, siendo 14 escalas, inaugurales. Tendrá 31 operaciones de turnaround (la mayoría parciales), con barcos de Princess Cruises, MSC Cruceros, Costa Cruceros, Rivages du Monde, el Queen Mary 2, Seabourn Ovation, Seven Seas Navigator y el Boudicca, que hizo un viaje especial conmemorativo del 75 aniversario del desembarco en Normandía el pasado junio.
En solo 5 años Le Havre ha crecido un 63% en número de pasajeros de cruceros marítimos.
Todo este tráfico se atiende en el muelle Roger Meunier con la Terminal 1, y en el muelle Pierre Callet con la Terminal 2, además de un pabellón de bienvenida para el barco más alejado de una terminal en caso de triple escala. En marzo de este año, la Terminal 2 se amplió de 600 m2 a 2.400 m2, dotándola de mostradores de facturación, 6 líneas de control de embarque con rayos-x y arcos detectores de metales, así como desfibrilador y todo lo necesario para una operativa completa y segura. Cuenta asimismo con espacio para 31 autobuses. La Terminal 1, con 2.000 m2, tiene 4 líneas de control de embarque, mostradores de alquiler de vehículos y bicicletas, y 24 plazas de aparcamiento para autobuses. Hay punto de recepción para personas con discapacidades, para de taxis, y un aparcamiento de larga estancia conectado con las terminales con un shuttle.
Pero Le Havre es también un importante puerto de cruceros fluviales, pues recibe otras 133 escalas de estos navíos, con 17.000 pasajeros. Para ello, se utilizan los muelles de Marseille y Antilles. El muelle de Marseille ya puede facilitar agua y electricidad a los buques atracados.
Para 2020 se esperan 145 escalas de cruceros marítimos, con unos 418.000 pasajeros, gracias a un importante incremento de escalas de MSC Cruceros que pasa de 14 escalas en 2019 a 25 escalas en 2020. Por su parte, en los cruceros fluviales, habrá un pequeño descenso hasta 112 escalas con 14.000 pasajeros.
La terminal 2 se ha ampliado de 600 a 2400 m2. Para 2020 se esperan 145 escalas y 418.000 pasajeros.
Otra importante mejora en el ámbito portuario es la nueva ruta “Via Verde” que guía a los pasajeros hasta el centro de la ciudad de forma segura, que mejora sustancialmente la anteriormente existente.
Le Havre
La ciudad de Le Havre fue arrasada por bombardeos aliados durante la Segunda Guerra Mundial, y en 1945 comenzó su reconstrucción siguiendo un innovador plan urbanístico del arquitecto Auguste Perret, un auténtico pionero en el uso de hormigón armado para la construcción de edificios. El resultado es una ciudad de amplias avenidas, con grandes edificios que ocupan toda la manzana recogiendo la luz exterior por sus balcones franceses. Destaca la iglesia de San José, una torre hexagonal visible desde casi toda la ciudad, y el Ayuntamiento, con su torre y sus enormes ventanales al fondo de una gran plaza. Con posterioridad llegarían otras obras arquitectónicas singulares, pero es este legado original el que le ha valido a Le Havre para ser nombrada Ciudad Patrimonio de la Humanidad.
Una de estas obras singulares que rompen con la geometría y orden es la Plaza Niemeyer donde un gran volcán asimétrico blanco se alza misterioso junto a otra edificación circular con forma de platillo volante, la biblioteca. El prestigioso arquitecto Oscar Niemeyer diseño ambas edificaciones como sede de la Casa de la Cultura a finales de los 70 y en 2010 se iniciaron los trabajos de restauración para que ahora luzcan absolutamente actuales e innovadores. Los 11.000 m2 de Le Volcan albergan un imponente auditorio, Teatro Nacional, sede de la vida artística de la ciudad, mientras que la otra edificación acoge la Biblioteca Oscar Niemeyer en un espectacular espacio bañado ahora por la luz natural y que ha cosechado premios internacionales.
Le Havre fue arrasada por bombardeos aliados durante la Segunda Guerra Mundial, y reconstruida posteriormente por Auguste Perret, un pionero en el uso de hormigón armado.
Justo frente al muelle de cruceros vemos una torre de control perteneciente a Capitanía Marítima, y, tras ella, un edificio rectangular mayormente de cristal. Se trata del Museo de Bellas Artes André Malraux, que alberga una importante colección con obras impresionistas de Monet, Delacroix, Renoir y Matisse entre otros.
Si llegamos a la ciudad en crucero fluvial tendremos Les Bains des Docks a pie de barco. Se trata de un centro acuático obra de Jean Nouvel en 2008, inspirado en los baños termales de la época romana. El proyecto se desarrolla entre cajas, bordes limpios y formas al azar para ofrecer un entorno blanco, brillante y puro. La regeneración de esta zona portuaria se completó con la conversión de las antiguas naves en centros comerciales, y, no muy lejos de aquí, encontraremos también otro de los proyectos arquitectónicos más interesantes de la ciudad: Cité a Docks. Son 100 estudios construidos con contenedores de transporte marítimo, estructurados en dos edificaciones de cuatro pisos, destinados a residencia de estudiantes.
Visitar Le Havre o sus alrededores, nos da una oportunidad única para degustar la gastronomía normanda, cuyo producto posiblemente más famoso sea el queso Camembert, seguido de la sidra, el licor Calvados y muchos mariscos como las vieiras, las ostras o los mejillones de roca. La tradicional forma de corazón del queso Neufchatel, el más antiguo de la región, lo hace fácilmente reconocible, aunque hay otras dos variedades más en la zona que también merecen nuestra atención: Livarot y Pont-l’Eveque. Lo mismo que la sidra, tradicionalmente de manzana, pero que en esta región también se hace de pera, ¡toda una delicia!
Excursiones
París está a unas dos horas y media en coche o en tren, y a unas 3 horas en autobús. Es, desde luego, una excursión lejana, pero factible en escalas largas, aunque los encantos de Normandía son tan fascinantes como los de la ciudad de la luz. A pocos kilómetros tenemos las playas del desembarco en la Segunda Guerra Mundial. En el centro de la playa de Omaha hay un simbólico monumento de metal que recuerda el fatídico uso que se hizo de dicho material durante el desembarco. A pocos metros, el Museo Memorial de Omaha Beach es visita obligada, así como el cementerio americano en el extremo de la playa. Toda la zona de las cinco playas del desembarco está llena de restos de la contienda, pudiendo visitarse varios cementerios, museos, baterías y búnkeres.
En la orilla contraria del Sena, frente a Le Havre, encontramos Honfleur, una preciosa población marinera donde residieron muchos pintores impresionistas, y es que aquí podemos encontrar casas medievales intactas, pues este pueblo no fue bombardeado en la Segunda Guerra Mundial. Desde luego el centro de atracción es la iglesia de Sainte-Catherina, levantada en el siglo XV directamente por los pescadores completamente en madera, y que llega hasta nuestros días intacta, junto con el campanario, construido aparte pues en ausencia de un maestro de obra, no se fiaban de sus habilidades constructivas. El Vieux Bassin o Muelle Viejo, es la estampa típica de Honfleur, pero en realidad también es la zona más moderna, merece la pena callejear para descubrir muchas edificaciones de madera, convertidas hoy día en encantadores restaurantes, boutiques o galerías de arte.
Mientras que Honfleur es un encantador pueblo repleto de casas de madera, Etretat nos ofrece espectaculares acantilados.
Etretat, un poco más al norte, es un bonito pueblecito muy popular y turístico en Francia debido a la belleza de la costa que lo rodea. Los grandes acantilados de la Costa de Albatre contrastan con la tranquila playa en la que desemboca la villa, custodiada, a la izquierda, por “El ojo de la aguja”, un arco natural que mide más de 70 metros y que donde algunos también ven una cabeza de elefante mojando su trompa en el mar. A la derecha el otro acantilado “Falaise d’Amont” es una enorme pared vertical en cuya cima vemos la Iglesia Notre-Dame de la Garde. La caminata por los senderos que ascienden a la cima de los acantilados nos da la posibilidad de disfrutar de espectaculares vistas que no podremos dejar de fotografiar.
Otra interesante excursión puede ser a Rouen, capital de la región con unos 110.000 habitantes, a orillas del Sena, y con un importantísimo patrimonio arquitectónico en el que destaca la Catedral de Rouen, de estilo gótico, que sirvió de inspiración a artistas de la talla de Monet. Y no solo eso, sino que atesora en su interior el corazón de Ricardo I de Inglaterra y en su palacio arzobispal, tuvo lugar el segundo proceso a Juana de Arco. Los cruceros fluviales suelen hacer noche en Rouen lo que permite contemplar el impactante espectáculo de video proyección sobre la fachada de la catedral que tiene lugar en las noches de verano.
Su patrimonio arquitectónico le ha valido para ser declarada Patrimonio de la Humanidad.
Juana de Arco fue quemada en la hoguera en 1431 en la Place du Vieux Marché, y en el punto exacto donde sucedió tan dramático acontecimiento hay ahora un jardín junto a la moderna Iglesia de Juana de Arco, otro edificio de singular belleza. Entre ambos monumentos pasaremos por debajo del arco del Gran Reloj, un precioso reloj astronómico cuyo mecanismo es uno de los más antiguos de Europa. La Abadía de Saint-Ouen junto al ayuntamiento es otro punto de gran belleza, no muy lejos del Museo de Bellas Artes. Sin duda Rouen es una ciudad con grandes atractivos para conocer durante nuestro crucero.