Barcelona ante el reto de equilibrar sus nuevos récords de viajeros y la convivencia turística.
El 2016 se despidió con datos triunfales para el puerto catalán, con 2,68 millones de viajeros y el mérito de que el mayor crecimiento (14%) se produjera entre el pasaje de puerto base. Sin embargo, el debate sobre la saturación de viajeros que viven algunas zonas de la ciudad ha salpicado al puerto, que busca desestacionalizar al máximo la actividad y minimizar el impacto medioambiental de los cruceros, a la vez que se enfrenta a una posible tasa turística para cruceristas en escala. La infraestructura afronta además un 2017 con nuevas escalas, después de que esta actividad alcanzase su récord de facturación y tuviese un impacto de 475 millones en el PIB.
Reportaje perteneciente a la revista CruisesNews
Desde la montaña de Montjuïc o incluso desde el puente de Europa que preside el muelle Adosado, el desfile de supercruceros que llegaban al puerto de Barcelona ha sido contemplado durante años como un espectáculo. A los barceloneses les llamaba la atención que la ciudad fuese subiendo posiciones en una actividad que hace dos décadas resultaba casi exótica y ahora forma parte de las vacaciones de miles de españoles. Tanto, que este año acaba de ser reconocido por los premios Excellence que otorgan los lectores de Cruises News como Puerto del Año, tras cerrar el 2016 con récord de tráficos de pasajeros y carga, así como de impacto económico de los cruceros.
Pero en ese periodo también ha ido variando la percepción que un sector de la población y la clase política tienen sobre el turismo; del aplauso a esa fuente de riqueza, a la crítica a una presunta masificación. Una visión que afecta al conjunto de la actividad turística, pero que con el cambio de gobierno municipal y la llegada de Ada Colau a la alcaldía ha puesto énfasis en lo que respecta al volumen de cruceros en Barcelona al ser uno de los ámbitos más fáciles de contabilizar o controlar, frente al alud de excursionistas que, por ejemplo, llegan diariamente en autocares o trenes desde poblaciones costeras donde se alojan en temporada alta. En paralelo, han surgido nuevos retos para que esta infraestructura marítima no solo despunte en resultados, sino en sostenibilidad y desarrollo estratégico.
Por ese motivo, el 2017 se ha convertido en un año complejo para el puerto de Barcelona. ¿Quién le iba a decir que el liderazgo europeo y el desarrollo de las mejores infraestructuras para cruceros del continente podía llegar a ser cuestionado? Lo que tantos puertos ansían, crecer sostenidamente y mantener cifras de altura incluso en plena crisis económica, tiene que ser manejado con modestia y cautela porque parece que el éxito es cuestionado por el propio consistorio, algunas plataformas antiturismo y grupos ecologistas. ¿Recibe demasiados pasajeros Barcelona? Cabe recordar que en el 2011 sus resultados fueron similares a los del 2016, pero con la crisis golpeando duro en la economía, aquel récord no fue cuestionado, sino alabado.
En el 2011 la cifra de cruceristas en Barcelona fue similar al 2016, pero en plena crisis nadie la cuestionó.
Luego hubo un ligero retroceso y el 2014 estuvo marcado por menos número de plazas en el Mediterráneo para ajustar la oferta a la demanda y acabar con la guerra de precios. Ese año se tradujo en una caída de cruceristas del 9%. Pero desde entonces, el volumen se ha ido recuperando hasta los 2,68 millones del año pasado que completaron un hat trick de récords para el puerto: en pasajeros, vehículos y contenedores de comercio exterior.
Con 758 escalas, lo que el presidente del puerto, Sixte Cambra, considera el mejor dato no es haber crecido un 6% en cifra de cruceristas, sino que el mayor incremento se haya producido en el apartado de puerto base, es decir de viajes que acaban y/o empiezan en la ciudad, de modo que generan un mayor impacto económico. Aumentaron un 14%, elevando al 58% el porcentaje de usuarios de turnaround, frente al resto en escala.
Son cuatro puntos por encima de hace un año, que demuestran que se ha trabajado para fomentar la actividad de puerto base, con un incremento de casi 200.000 cruceristas en este sentido.
Nuevos barcos de MSC, NCL, Silversea, Viking y Aida recalarán este año en el puerto, que en 2018 ganará otra terminal.
En la reciente presentación de sus resultados anuales, Cambra planteó que el recinto barcelonés asume tres líneas de actuación este año, partiendo de la estrategia de “consolidar la posición líder en Europa y el Mediterráneo” y de buscar un crecimiento sostenible. La primera de ellas es precisamente seguir potenciando la actividad de puerto base, atrayendo el máximo de rutas con salida desde Barcelona.
Los argumentos son variados. Por un lado casi un 30% de los cruceristas que zarpan desde Barcelona pasan uno o más días previos en la ciudad, de manera que sus visitas turísticas y organización son mucho menos intensivas que en los tránsitos, cuando se producen los grandes desembarcos que en algunos momentos parecen saturar la Rambla y zonas del centro. Pero además los argumentos económicos son inequívocos, ya que el gasto entre estos triplica el de los de escala.
Por otra parte, el pasaje en inicio o final de rutas en muchos casos ya conoce la ciudad y se limita a hacer desplazamientos del puerto al aeropuerto, sin afectar al periplo turístico.
Fuera de temporada alta
La segunda línea estratégica es potenciar la desestacionalización para que el crecimiento sostenido se pueda asumir en los meses en que hay menos actividad. En este sentido, se quiere poner el énfasis en Barcelona como destino de invierno cultural, de compras y paseo, fuera de la temporada estival y más ligada al ocio. Con las navieras ya se está trabajando en ese sentido y prueba de ellos es la buena aceptación que están teniendo las rutas invernales de Costa Cruceros, NCL, Viking Cruises y MSC. Para el próximo año, y a falta de cerrar algunas fechas, las previsiones invernales son de mantenimiento en esos meses valle, pero en cambio destaca la tendencia a que se estire la oferta de otoño, siendo octubre un mes muy potente en escalas, y hasta con no pocas opciones en noviembre, destaca a Cruises News Mar Pérez, la responsable de cruceros del Port de Barcelona.
Por último, agrega Sixte Cambra, el tercer camino en el que profundizar este 2017 es “crear las condiciones para recibir los barcos más modernos y eficientes medioambientalmente”. Y es que uno de los frentes por el que los cruceros han sido cuestionados en la capital catalana es el que afecta a su aportación a la contaminación local. En este campo, el puerto está impulsando “de manera muy activa” la transición de los combustibles convencionales al gas natural licuado, tanto para barcos y camiones como maquinaria terrestre. Hay varios proyectos en marcha para dotar al recinto de la infraestructura que permita suministrar el GNL a los buques y el puerto quiere estar listo para recibir a los nuevos cruceros propulsados con esta fuente de energía.
Cabe recordar que el gas licuado permite reducir en un 80% las emisiones de NOx y suprime (por completo) las partículas en suspensión y los óxidos de azufre. En Barcelona, los que más preocupan por su impacto en la población son los dos primeros. La buena noticia es que la industria es cada vez más sensible con este tema, como demuestran los encargos de grandes operadores como Carnival y MSC Cruceros al respecto.
Iniciativas ambientales
Ante las dudas que planteaba al ayuntamiento la contaminación de los cruceros, el puerto presentó recientemente un plan de mejora de la calidad del aire del puerto barcelonés, que partía de un análisis que sitúa el papel de las emisiones de esta infraestructura muy por debajo de lo que apuntaban las voces más críticas. Así, según el estudio de Barcelona Regional, la contribución del puerto al NOx del aire de la ciudad era del 7,6%, siendo la parte correspondiente a los cruceros de un 1,2%, por debajo de portacontenedores, cargo e incluso ferries. Y a años luz de la aportación contaminante del tráfico terrestre (59,9%).
Las líneas de actuación del puerto pasan por desestacionalizar la oferta y primar la actividad de puerto base.
En cuanto a las partículas PM10, la parte correspondiente al puerto es un 1,5%, de los que un 0,2% atañen a los cruceros. Pese a no ser cifras altas, la voluntad del puerto es reducirlas, implicando también a los operadores que elijan energías limpias e incentivándoles. En este campo el Port de Barcelona ha reivindicado en numerosas ocasiones cambios legislativos que permitan bonificar por motivos medioambientales más allá del 5% sobre las tasas portuarias. Cambra reclama a Fomento poder alcanzar bonificaciones de hasta el 40%, como hacen otros puertos europeos para atraer a buques más ‘limpios’. Pero hay otros muchos frentes abiertos a menor escala, como que toda la flota de vehículos en zona portuaria sea eléctrica antes del 2020.
Mejora del impacto económico
El puerto también ha intentado poner cifras económicas al fenómeno de los cruceros para defender a ultranza la actividad. En el 2015 se presentó un informe elaborado por la Universitat de Barcelona que daba cuenta del peso de esta fuente de riqueza para Catalunya, pero en especial para Barcelona. Ahora, se han actualizado algunos datos teniendo en cuenta el aumento del 14% de cruceristas entre el 2014 –base del primer análisis- y el 2016, y sobre todo el incremento de pasajeros de puerto base (27%), con el resultado de que la facturación de la actividad de cruceros en puerto generó el año pasado 875 millones de euros, con una aportación al PIB de 457 millones. Cambra ha destacado también que el sector permite mantener 7.518 puestos de trabajo a tiempo completo.
Barcos en primera escala
El año en curso, aunque parte de unas previsiones que suponen mantener las cifras del 2016 (si no se produce algún hecho coyuntural que altere rutas o reservas), si trae nuevos alicientes al puerto de Barcelona. Sobre todo, el desfile de buques de nueva construcción que tienen al principal puerto de Europa en sus rutas. El primer debutante en asomarse a la capital catalana será en marzo el Viking Sky, al que seguirán en abril el lujoso Silver Muse, días después el Majestic Princess, en mayo el Norwegian Joy y el reinventado TUI Discovery 2, el MSC Meraviglia en junio, el Aidaperla en septiembre y el MSC Seaside en diciembre.
Pero además, destaca Mar Pérez, aparecen en escena buques con trayectoria pero que nunca habían recalado en Barcelona. Es el caso, por ejemplo, del Freedom of the Seas, que toma este año el relevo al Oasis of the Seas, aunque Royal Caribbean volverá a posicionar sus buques más grandes en Barcelona a partir del próximo año. También visitarán Barcelona el novísimo Seabourn Encore, y dos barcos con solera de Holland America, el Westerdam y el Veendam.
Un empuje que solo se ve enturbiado por la polémica tasa turística que la Generalitat ha propuesto para los cruceros en escala. Hasta ahora solo pagaban este tributo los que recalaban más de 12 horas, pero la ley de presupuestos ha planteado el cobro de 0,65 euros para todo el pasaje en tránsito. El puerto calcula que supondría unos 600.000 euros anuales. No es una cifra desmesurada, pero se ha descartado que la autoridad portuaria la compense a los operadores.
No obstante, en el sector sí preocupa que esta tasa cree precedentes. Y también que algunas navieras hagan números y prefieran recalar en puertos sin impuestos añadidos. Una cuestión que en Barcelona, por su peso turístico, parece más improbable, pero que sí podría hacer daño a otros puertos catalanes más vulnerables. Cambra ha expresado repetidamente su preocupación por este impuesto y las incertidumbres que genera.
El puerto barcelonés prevé este año un volumen de pasajeros similar a los 2,68 del 2016 y volver a crecer en ‘turnaround’.
De cara al 2018, no obstante, Barcelona afronta buenas noticias para su infraestructura portuaria, ya que se calcula que hacia la primavera estará ya en marcha la nueva terminal E de cruceros del muelle Adosado. Esta instalación, a continuación de la D o Palacruceros, será una de las mayores estaciones marítimas de Europa, con más de 12.500 metros cuadrados. Carnival Corporation está invirtiendo unos 30 millones de euros en ella, ya que tiene previsto que allí operen siete de sus 10 marcas.
El puerto ha licitado la última semana de febrero la urbanización del entorno, con un presupuesto de 4,6 millones de euros y un plazo de ejecución de un año. Una actuación que afecta a 45.000 metros cuadrados de superficie e incluye la creación de espacios de uso para vehículos y pasajeros, donde destaca un gran aparcamiento de 300 plazas. Toda la zona dará continuidad a las otras cuatro terminales del Adosado y se rematará con una rotonda que distribuirá el tráfico.